En esta ocasión, quisiera discutir las innovaciones observables en el uso de los verbos. Para entender esto (y de antemano me disculpo con mis colegas pues no es intención subestimar la complejidad del tema mediante una explicación simplificada) debemos colocarnos dentro del campo de la sintaxis, la rama de la lingüística que se ocupa del orden de las palabras para formar sintagmas y oraciones, y la función que el complemento u objeto directo ejerce sobre el verbo.
Como ya sabemos, los verbos se dividen en transitivos e intransitivos. Es decir, los verbos transitivos son aquellos que requieren de un elemento u objeto directo para ampliar o completar el argumento sintáctico. Por ejemplo, si decimos Carlos envío, el verbo envió necesita de un complemento directo pues no nos queda claro qué cosa Carlos ha enviado. Pero si decimos Carlos envió la carta, la oración se hace más clara, pues el sintagma nominal la carta extiende el significado de la oración. Sin embargo, un verbo intransitivo no precisa de un complemento directo u objeto directo. En el ejemplo El gato maúlla o Ayer llovió, los verbos maúlla y llovió no precisan de un sintagma nominal, pues el argumento oracional queda bastante específico.
Ahora bien, imagínense ustedes la sorpresa que me llevé, cuando aprendí que brillar es un verbo intransitivo, como dictaminan los ilustres de la gramática. Toda mi vida he utilizado el verbo brillar con un complemento, por lo que me imagino será de lo más estridente para un guardián del “buen uso” de la lengua. Por suerte, como estoy en el campo de la lingüística y no de la gramática (y como buena cibaeña), continúo utilizando brillar de manera intercambiable como verbo transitivo e intransitivo. Después de todo, ¿Existe alguna diferencia de significando entre Altagracia pule las ollas y Mercedes brilla las pailas?